Me sucede que a veces quiero conversar de cosas que tengo en el corazón
pero no encuentro interlocutor. Ruedo por la carretera, a ciento cuarenta
kilómetros por hora, y me sucede que me parece que al final del viaje no voy a
encontrar a nadie. Entonces me pregunto para qué corro tanto y si vale la pena
ir hacia donde voy. A veces llueve, como hoy, y la lluvia golpea el parabrisas
y trata de meterme miedo. Pero yo no tengo miedo de la lluvia. Al contrario, me
sucede que me gusta mucho y a veces me quedo parado, debajo, sintiendo como me
moja y como me hace sentir más limpio. Me sucede que a veces estoy escribiendo
en mi cuaderno y descubro que hace más de cuarenta años que escribo allí. Me
pregunto si estará bien continuar haciéndolo y entonces me sucede que no tengo
respuesta para eso. Me sucede que a veces quiero conversar de cosas que tengo
en el corazón pero no encuentro interlocutor. Entonces me sucede que me siento
solo y no lo estoy porque hay mucha gente, siempre, a mi alrededor.