Me sucede que a veces me siento un poco enfermo y me parece que no voy a
vivir mucho más y eso no me gusta. Entonces me sucede que descubro que quiero
quedarme vivo para siempre y como eso no puede ser me invento que sí puede ser
y me preparo para la eternidad, aquí en la tierra, junto a mi gente y a mi
destino de escribidor de cosas. Me sucede, también, que a veces descubro un
nuevo abecedario que existe detrás de la palabra, donde las cosas se dicen de
una manera, se leen de otra y se interpretan de manera diferente. Entonces me
sucede que el sol me tortura y hace mucho calor y me siento enfermo y no sé qué
contarte. A veces me sucede, como hoy, que quiero ir a sentarme en un banco de
la plaza y soñar que tengo cuarenta y cinco años menos y un mañana luminoso y
mío. Entonces me sucede que descubro que, alguna vez, una mano criminal me
quitó la vida y ni siquiera me di cuenta de ello y todavía creo que estoy vivo.
Por eso es que me sucede que, a veces, me pellizco un brazo y me duele y me
digo “si te duele es que estás vivo” pero no estoy seguro de eso porque no
tengo a quien preguntarle y me quedo con mi idea, tonta, de que la verdad es
que estoy vivo y escribo en mi cuaderno, que ya se acerca a las cuarenta y tres
mil páginas. Entonces me sucede que no sé qué es lo que voy a hacer después de
eso.