martes, 9 de febrero de 2016

027.- ME SUCEDE QUE A VECES

Me sucede que a veces me encuentra la madrugada dormido sobre mi cuaderno de trabajo. Entonces me sucede que leo lo que he escrito antes de quedarme dormido y me parece que lo hubiera hecho otra persona. No sé cómo llegué a esta edad y a esta situación que me tiene, permanentemente, anotando cosas en un libro que sólo yo conozco y me paso las horas hasta que llega el momento de levantarme y salir a moverme un poco antes de irme a cantar a alguna parte. ¿Entonces me sucede que me pregunto si sabrá la gente que me escucha que vengo de mover mi cuerpo en una marcial disciplina después de levantar la cabeza de un libro donde estuve anotando cosas toda la noche? Mientras estoy en mis ejercicios físicos cotidianos mi cuerpo se mueve armónicamente y mi mente se detiene y sólo fluye hacia cauces desconocidos donde la vida se manifiesta plena. Entonces me sucede que canto y siento que no hay tanta diferencia con mi disciplina física. Me desplazo por el escenario y mis pies saben donde pisar y mis manos se mueven como pájaros mientras las palabras expresan lo que alguna vez sentí y que vuelvo a sentir como si fueran nuevas. Entonces me sucede que no sé por qué te cuento esto porque tu interés debe andar por otros derroteros y, aunque sé que no debo suponer, supongo y tengo la certeza de que me voy a equivocar por hacer eso que no se debe hacer. Entonces me sucede que me veo, vestido con este traje de artes marciales, y sentado frente a un computador que no tiene nada que ver con el asunto. Es tiempo, entonces, de meterse a la ducha y salir al trabajo de escenario. Tengo que rodar quinientos kilómetros, cantar una hora, y algo, y regresar rodando otros quinientos kilómetros para llegar a casa. Si todo resulta bien me van a fotografiar, me van a preguntar miles de cosas, tendré que sonreírle a las cámaras y a los celulares-teléfonos de los niños y regresaré a mi cuaderno y a mi habitación de trabajo, aquí en mi casa, casi en Avenida Matta con San Diego. Serrat cantará en el Caupolicán, muy cerca, pero no podré ir a verlo porque estaré muy lejos, sobre otro escenario. Entonces me sucede que entiendo algunas cosas y veo que son las siete de la mañana.