Me sucede que
a veces recuerdo cosas que he aprendido de la vida o de alguno de sus
personajes que deambulan por ahí. Entonces me sucede que recuerdo que, alguna
vez, Tito Matamala me enseñó que en la plaza de Concepción (ciudad del Sur)
llueven elefantes todos los inviernos. Entonces me sucede que descubro que en
la plaza de Temuco llueven pumas, salvajes, que nacen en la cordillera de
Nahuelbuta y no sé por qué razón se vienen a llover a la plaza de Temuco,
cuando deberían hacerlo en la plaza de Purén o de Angol. Pero me sucede que los
veo llover en Temuco y no me dejan pasear tranquilo por la plaza porque me caen
encima y parecen gatos gigantes tratando de comerme, pero no me comen. Entonces
me sucede que descubro que se trata de un juego de la mente y no sé si los
pumas son reales o yo me los inventé para que la plaza tuviera algo de la
gracia que tenía, cuando yo era niño, y servía para jugar a que llovían pumas y
cóndores del cielo. Me sucede entonces que ando, de plaza en plaza, esperando
que llueva algo pero no pasa nada (excepto en Concepción donde llueven
elefantes). Pronto me va a suceder que voy a estar en Cañete y voy a ir a la
plaza a ver si llueven mapuches y así tendría muchos amigos y se podría
recuperar la tierra para sus hijos legítimos.