Me sucede que
a veces pienso en mis hijas que viven en el extranjero y me da una penita dulce
que no puedo remediar. Hay una que me escribe dos o tres veces al día y yo le
contesto como una vez por semana. Me gustaría que supiera que no es porque no
la quiero sino que no soy mucho de estar en el computador escribiendo correos
por eso no le contesto todo. Entonces me sucede que de Miami me voy a París
donde mi otra hija está esperando a un nuevo nieto y entonces me sucede que no
sólo pienso en ella sino también en mis otros nietos que viven allá. (Hay uno
que se llama Cabeza de Brócoli y ya está en su primera lección de música). Me
sucede, entonces, que se me derrite el corazón y pienso en la Mechaloca que es
mi hija-mamá y la quiero más.