Me sucede que a veces tengo muchas ganas de cantar y de hacerle regalos
a la gente que quiero (a toda) y me prendo un clavel en la solapa y salgo a la
calle y saludo a todos. Entonces me sucede que me doy cuenta de que la gente se
extraña de que la salude y que tenga, para ellos, una sonrisa de regalo.
Entonces me sucede que descubro que el mundo se puso demasiado serio y los que
pasan fruncen el seño y caminan muy rápido y con la cabeza gacha. Me sucede,
entonces, que prefiero la gente con la cabeza erguida, sonriente, no
desconfiando de todos, con una sonrisa a flor de labios y una caricia suave
para los niños. Miro los titulares de los periódicos y me sucede que encuentro
sólo agresiones y cursos donde se aprende a engañar, a estafar, a violar los
más sagrados principios, etc. Me sucede, entonces, que no les creo y sigo
viendo al mundo hermoso, a la juventud hermosa, a los ancianos lindos y hay un
edificio donde, en sus ventanales se refleja el sol. Entonces me sucede que
descubro que el mundo es como uno quiere que sea y que sólo termina siendo nada
más que un reflejo de lo que hay en nuestro interior.