Me sucede que
a veces contemplo las calles, en el centro de la ciudad, llenas de gentes que
van muy aprisa quién sabe dónde y a qué. Entonces me sucede que se me ocurre
que ni los que van saben hacia donde van y, simplemente, van. Me sucede
entonces que no creo que todo este mar humano ande dando vueltas por ahí por la
sencilla razón de ir al trabajo, o qué sé yo, y me sucede que me asalta la idea
de que todos están allí por alguna razón diferente a todo lo que imaginamos y
yo soy uno de ellos. Recuerdo, entonces, a un conferencista que decía que los
humanos somos el alimento de los dioses y me sucede que recuerdo algo como que
estos dioses se alimentaban de nuestra energía y por eso teníamos que movernos
para producir dicha energía, léase alimento. Me sucede entonces que tal vez eso
sea verdad y por eso los que hacen todo lento terminan viviendo más años y una
vida más plena. Entonces me sucede que dejo de escribir.